En fin, que ya llegaba tarde a recoger a mi calabacita, y mientras arrancaba el coche y rascaba la marcha atrás para salir de estampida, pasaba por mis ojos la imagen de una niña de cinco años sentada en un rincón del patio con la mochila a la espalda y mirada expectante. OUCH!
( como no!) Llovía.
Os habéis percatado de como los elementos se vuelven en tu contra cuando llevas los minutos contados?
Por supuesto la calle era un colapso total, y el fin del mundo se presentaba como una estupenda fiesta escolar en comparación con la sordina de claxons y motores rugiendo y calentando el ambiente.
Casi ni me acuerdo como conseguí salir del atolladero, con un ojo en el reloj del salpicadero y el otro en el policía que delante del semáforo EN VERDE, había decidido dar prioridad a otra calle colapsada.
Pero allí estaba yo, metida en mi cajita de cerillas y sintiéndome como heroína de cuento en mi lucha contra los elementos.. o elementas.
Me acababan de adelantar las cuatro ruedas ( es lo único que ví) del ultimo pijimodelo de 4 x 4 conducido por el último modelo de pijiwoman con gafas Armani… Ics! Tuve que frenar porque fue de un soplo que no se llevara mi retrovisor de recuerdo.. si es que ni me ven.
Y luego el autobús, que necesita los dos carriles, y el telepizzero que apareciendo de alguna chistera aún me grita porque no le he visto bajar de la acera…
Me quedan dos semáforos… ambar! acelero?..
Aiss el taxi.. mecachis.. el señor mayor de la esquina que levanta el brazo y el coche que para de sopetón.
Rojo!,
Me he quedado detrás, ya no paso…
… Y entonces los veo…
Deben tener como ciento cincuenta años entre los dos, pero se les ve.. increíblemente felices.
Refugiados bajo un inmenso paraguas, intentan acercarse al bordillo sin mojarse mas de lo estrictamente necesario y tratando de evitar sin mucho éxito los primeros charcos de la acera.
Ella es más bajita que él, y lleva un trajecito beige ( si aún existe ese color) con un pequeño broche en la solapa y un delgado bastón en la mano derecha.
Él, luce un cabello completamente blanco y una americana quizás un poquito pasada de moda.
Pero lo importante es como rodea su cintura, mientras la conduce protectoramente hacia el automóvil, con delicadeza, como si fuera su pertenencia más preciada y a la vez el regalo más frágil.
Pero allí estaba yo, metida en mi cajita de cerillas y sintiéndome como heroína de cuento en mi lucha contra los elementos.. o elementas.
Me acababan de adelantar las cuatro ruedas ( es lo único que ví) del ultimo pijimodelo de 4 x 4 conducido por el último modelo de pijiwoman con gafas Armani… Ics! Tuve que frenar porque fue de un soplo que no se llevara mi retrovisor de recuerdo.. si es que ni me ven.
Y luego el autobús, que necesita los dos carriles, y el telepizzero que apareciendo de alguna chistera aún me grita porque no le he visto bajar de la acera…
Me quedan dos semáforos… ambar! acelero?..
Aiss el taxi.. mecachis.. el señor mayor de la esquina que levanta el brazo y el coche que para de sopetón.
Rojo!,
Me he quedado detrás, ya no paso…
… Y entonces los veo…
Deben tener como ciento cincuenta años entre los dos, pero se les ve.. increíblemente felices.
Refugiados bajo un inmenso paraguas, intentan acercarse al bordillo sin mojarse mas de lo estrictamente necesario y tratando de evitar sin mucho éxito los primeros charcos de la acera.
Ella es más bajita que él, y lleva un trajecito beige ( si aún existe ese color) con un pequeño broche en la solapa y un delgado bastón en la mano derecha.
Él, luce un cabello completamente blanco y una americana quizás un poquito pasada de moda.
Pero lo importante es como rodea su cintura, mientras la conduce protectoramente hacia el automóvil, con delicadeza, como si fuera su pertenencia más preciada y a la vez el regalo más frágil.
Se aproximan al coche y él abre la puerta mientras la acompaña a la entrada sin dejar de mirarla, pendiente de cada uno de sus movimientos, vigilante y a la vez, seguramente confiado en su destreza para aguantar el paraguas, y evitar que las gotas salpiquen sus zapatos con lacitos .
Ella se acomoda en el interior, y antes de acoplar sus piernas él se inclina la besa y sonríen con complicidad.
Ella se acomoda en el interior, y antes de acoplar sus piernas él se inclina la besa y sonríen con complicidad.
En ese instante, el tiempo se para y el movimiento se congela a su alrededor como en esos anuncios en los que todo queda suspendido y la imagen gira alocadamente.
Sus ojos brillan y ríen a la vez, y sus miradas hablan sin palabras, seguramente una frase muchas veces repetida, muchas veces recordada.
TE QUIERO
Los miro, y de pronto tienen veinte años, y los puedo ver como entonces, sin arrugas, con los ojos abiertos a un futuro por escribir, casi puedo palpar sus anhelos y percibirlos conmovida con un nudo en mi garganta.
Me siento una intrusa.. sin ningún derecho a estar ahí.. y el nudo se me deshace en un suspiro.. si seré blandita!
El ha rodeado el coche, se ha sentado junto al conductor, y los dos se han perdido entre el tráfico.
Sus ojos brillan y ríen a la vez, y sus miradas hablan sin palabras, seguramente una frase muchas veces repetida, muchas veces recordada.
TE QUIERO
Los miro, y de pronto tienen veinte años, y los puedo ver como entonces, sin arrugas, con los ojos abiertos a un futuro por escribir, casi puedo palpar sus anhelos y percibirlos conmovida con un nudo en mi garganta.
Me siento una intrusa.. sin ningún derecho a estar ahí.. y el nudo se me deshace en un suspiro.. si seré blandita!
El ha rodeado el coche, se ha sentado junto al conductor, y los dos se han perdido entre el tráfico.
Miro el retrovisor y veo el enfado del conductor parado tras de mi, supongo que en estos momentos no debe tenerme mucho cariño, pero realmente no me importa, porque hoy..
..hoy me he dado cuenta de como quiero ver mi futuro.
Porque dentro de cuarenta años yo quiero estar en un taxi y ver esa misma sonrisa, cuando mi “alguien” me acompañe bajo un paraguas.!!
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